Los profetas que Dios levantó en toda la historia nunca fueron populares, pues siempre el Señor los llamó a incomodar y denunciar el pecado, la liviandad y la hipocresía. Iván fue, para los que lo conocimos de cerca, una “santa incomodidad”. Sus últimos años los vivió en un constante clamor por ver la decadencia de las instituciones llamadas cristianas, que, a pesar de su aparente avance “evangelístico”, no se han caracterizado por el amor, la santidad y la obediencia a la palabra de Cristo. En estos pocos minutos Iván comparte su clamor e invita a los que quieren seguir a Cristo de verdad, a unirse, a hacer pacto de santidad unos con otros, a despojarse de toda mundanalidad sin piedad hacia el pecado y la hipocresía.
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