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La Lección De Los Pájaros, Ivan Baker

03/02/2020

La Lección De Los Pájaros, Ivan Baker

Las enseñanzas del Señor estaban saturadas de ilustraciones tomadas de la naturaleza. Animales, peces y aves; labradores, pastores y circunstancias comunes del diario vivir, se conjugaban para brindar al Maestro abundantes ilustraciones para sus enseñanzas.En estas notas miramos a las aves, creemos que ellas tienen una lección para los pastores de la Grey de Cristo. En una expresión saturada de absoluta sencillez, podremos aprender lecciones de profundo significado, capaces de mostrarnos más claramente el Camino. Decimos con Pablo: “La naturaleza misma, ¿no os enseña…?”

LECCIÓN DE LOS PÁJAROS
“Mirad las aves del cielo…” Mt. 6.26

Vamos ahora a tratar de seguir el ciclo que cumplen las aves desde el momento que la yunta emprende la aventura hasta que completen su primera empollada. Hablemos de gorriones y dividamos la lección en siete etapas tomadas del proceso. Veamos:
a) YUNTA
Pájaros sanos capaces, se unen con el fin de convivir. La procreación no es para ellos un fin sino una consecuencia. La convivencia es más que la procreación, aunque Dios ha rodeado a los elementos reproductivos de fuertes acicates para conservar la especie.
Aplicación: No es correcto decir que el Señor nos salvó con el fin de hacer discípulos.
Nos salvó
“para la alabanza de la gloria de su gracia” (Ef. 1:6);
“para hacernos santos y sin mancha delante de Él” (Ef. 1:4);
“para que participásemos de su gloria…” (Ef. 1:12);
“para que participásemos de su herencia…” (Ef. 1:11);
“para que en los siglos Él mostrase las abundantes riquezas de su gracia para con nosotros en Cristo Jesús” (Ef.2:7);
“para que seamos adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo. (Ef. 1:5)”
Sin embargo, como a todo ser viviente, ha puesto en sus redimidos un sentido profundo que les impulsa a multiplicarse. No es el propósito final del discípulo o de la Iglesia toda, pero sí, en tiempo presente, se manifiesta como una parte fundamental de su vida normal.
Volvamos a decir que nos unimos a Cristo, no para multiplicarnos sino para unirnos en él al Padre por el Espíritu a fin de ser sus hijos, eternamente, entrar en su Reino, sus propósitos, su gloria. La Esposa se une a su Amado a fin de hallarse para siempre en su compañía, envuelta en sus amores, disfrutando de las profundidades inconmensurables de sus riquezas divinas. Pero mientras vive aquí en el mundo, unida a su Amado, siente un fortísimo deseo de dar a luz, de producir hijos, de llenar los celos con ellos. Este deseo y facultad lo recibe de la unión con el Amado.
Son sus debilidades, frustraciones, confusiones… pecado los que la vuelven estéril y sin fruto. Los pájaros sanos se multiplican, los discípulos sanos, también. Si no lo hacen, es porque padecen alguna debilidad o enfermedad.

b) NIDO:
Primero buscan el lugar. Dos cosas son fundamentales:
• que sea seguro y
• que proporcione confort
La seguridad sola no es suficiente. Es verdad que el nido debe estar colocado en un lugar fuera del alcance de animales y del hombre, etc. Pero también los pájaros son sabios en escoger los lugares que les proporcionen el confort (frío, calor, oscuridad, luz, etc.) que hará del nido un lugar agradable y adecuado.
Paja:
Es escogida cuidadosamente por su tipo, largo y espesor que le da mayor o menor rigidez. Luego, el pájaro teje las pajitas una con la otra para formar el nido. El nido tiene:
• una forma definida,
• un tamaño adecuado a función.

Plumas:
Los nidos presentan en su parte interior un delgado acolchado de plumas. Generalmente, las plumas se las sacan los mismos pájaros. Además, para esto no utilizan las plumas duras que Dios les ha dado para protección, sino las muy blandas que tienen debajo de las alas. Así, todas las asperezas que pudiera haber en la paja, es cubierta y se transforma en una habitación agradable, suave y blanda, muy apropiada para el confort de los pajaritos. Las plumas también sirven para guarecer del frío, del viento y del agua.
Aplicación: El nido de los pajaritos nos habla del lugar que escogemos para la multiplicación de los discípulos. Los pájaros no edifican un castillo o una cosa muy elaborada. Se valen de LO QUE TIENEN A MANO, lo que está cerca y es accesible: pajitas, los campos están llenos de ellas. Sobran, abundan en todas partes.
Es en la Iglesia (comunidad de los redimidos o los “llamados afuera”) donde se debe producir la multiplicación.
Cuando hablamos de iglesia, hoy se piensa generalmente en edificios al cual más costoso. Los apóstoles no tenían la más mínima intención de pensar semejante cosa. Para ellos “la iglesia en tu casa” y “predicar y enseñar en las casas”, era lo común aceptable y lo único. Era el método por excelencia que les había dado perfectos resultados.
La pajitas con que los pájaros hacen sus nidos abundan en todas partes.
Los edificios, pésimamente llamados “Iglesias”, ciertamente no abundan ya que no están al alcance de todos. Son más bien monumentos al derroche, al orgullo; monolíticos signos para perpetrar las banderas sectarias. Pero lo que sí abunda en todas partes son las casas, esos maravillosos rinconcitos donde el Señor quisiera que cada familia viviera en verdadero amor.
Seguridad:
Este es el lugar más seguro. Las fachadas no exhiben los clásicos carteles que gritan la denominación, o el día y la hora en que se han de realizar esos cultos semanales. Allí, en el hogar, todo sucede espontáneamente, como resultado de una vivencia, en forma casi inadvertida. Ya está todo hecho antes que el enemigo pueda darse por enterado.
Adecuado:
Es el lugar más amable, más cómodo, abundante de toda facilidad para cobijar a todos (lactantes, niños, grandes y viejos) los que entran por sus puertas.
Queriendo imitar el hogar, solemos gastar enormes sumas de dinero para mejorar los salones. ¿Para qué? Si ya Dios nos ha dado el “nidito”. Gastemos ese dinero, si lo tenemos, en cosas más dignas.
También, en los hogares, desde los más modernos y confortables hasta los más modestos, pueden ser usados y son ideales para satisfacer las necesidades de toda una humanidad de distintos niveles e idiosincrasia. Después, cuando son de Cristo, ya se funden en una sola familia.
Los muchos departamentos que pueden funcionar a la vez en los hogares, además de baños y cocina, ofrecen gran beneficio y comodidad.
Es también el elemento más adecuado para una multiplicación sin límite de espacio. En lugar de ensanchar ambientes, se multiplican hogares.
Honra:
Cada matrimonio disfruta del enorme beneficio de servir al Señor abriendo su casa para que sobre ese terreno se produzca el milagro de la conversión de los pecadores. Allí nacerán y se formarán discípulos que a su vez saldrán para hacer lo mismo en sus hogares. ¿Quién puede calcular el beneficio de tal honra?
Tamaño:
Los hogares son el tamaño ideal para cuidar un pequeño número de discípulos. No hace falta más espacio ya que hay otros hogares listos para seguir la multiplicación.
Así como a ningún pájaro se le ocurre ensanchar su nido para una segunda empollada, así tampoco necesitamos derrumbar paredes ni proveer espacios mayores. Las viviendas son comunes a toda la familia humana casi sin excepción. Si se han formado discípulos, ellos ya estarán preparados para abrir sus hogares y tener su participación gozosa en la multiplicación.
Atracción:
Vimos que los pajaritos forra la parte interior de sus niditos con suaves plumas. Estas plumas son extraídas de debajo de sus alas, el lugar donde guarecerán a sus pichones, proveyéndoles calor y protección.
El Señor usa el ejemplo de la gallina cuando habla de protegernos “debajo de sus alas” (Mt. 23:37; Lc. 13:34). Es uno de los ejemplos de más ternura. Con esas plumas las aves acolchan sus niditos para brindar a sus pichones, la suavidad, el calor y la protección contra la inclemencia del tiempo.
Esto nos habla magníficamente del amor, de la ternura y paciencia con que debemos “cobijar” a los que vienen a nuestro hogar. El hogar debe ser un verdadero “mesón” donde hallen refugio y cura para sus graves males.
Debemos rogar al Señor que críe en nosotros la entrañable misericordia de Cristo a favor de los perdidos y a favor de los discípulos que se están criando.

c) HUEVOS
Al principio no hay pichones sino huevos. Los huevos son el primer paso indefectiblemente si ha de haber pichones. Todas las hembras sufren molestias y aún ciertos dolores al poner los huevos (claro que notamos que nunca esos dolores son, en los pájaros o los animales, comparables al dolor de una mujer que da a luz. Se cumple el juicio de Dios sobre ellas: “…en gran manera multiplicaré el dolor de tus preñeces…” (Gén. 3:16) Pero notemos que aún la mujer, antes de la caída, sufría cierto dolor. No se puede multiplicar lo que no existe. Si el Señor dijo que multiplicaría sus dolores, es porque ya existían, pero en una forma muy limitada. “Multiplicaré en gran manera…” significa un gran aumento) Pero subrayemos que cierto dolor fue impuesto por el Creador para toda ocasión que tanto el animal como la criatura humana van a dar a luz.
Aplicación: Difícilmente habrá nacimiento sin sufrimiento. Es sólo al entregarnos íntegramente a favor de los necesitados que podremos engendrarlos en Cristo.

d) INCUBACIÓN
Es un proceso de pura paciencia. No puede haber nada más fácil que sentarse sobre los huevos y quedarse allí… a la vez que nada más difícil, ya que es condición fundamental que hay que quedarse allí hasta que se rompen los huevos y salen los pichones. Los huevos no tienen que enfriarse una vez que comienza el proceso de incubación. Así que:
1) Es sumamente fácil
2) Es una obra de paciencia (lo difícil es la paciencia)
El pájaro no tiene que gritar, revolotear, empujar, picotear… sólo tiene que sentarse con paciencia y calentarlos con el calor que le ha dado Dios. Al estar vivo, tiene ese calor. Ese calor:
• Se transmite por contacto, y
• Se transmite por continuación
HASTA que nacen; allí ya comienza el siguiente proceso.
Aplicación: Incubar no es alimentar pichones, es sentarse sobre duros, inertes, torpes huevos. ¡Esos huevos son atractivos solamente si tenemos FE que calentándolos producirán pichones!
Así es la primer parte del trabajo del discipulado. Muy poco atractivo tiene salir a una plaza o al barrio y entrar en contacto con gente desconocida, que muchas veces es descortés, que algunos aún nos tratan de evitar. Sólo una fe nacida de constante oración puede mantener en nosotros la llama del amor y el interés por ellos.
Ahora, notemos lo fácil que resulta la función de la incubación. El pájaro sólo tiene que transmitir el calor a los huevos. Pero aquí aprendemos al menos tres lecciones fundamentales:
1) Que no tenemos que inventar un complicado método, que no es cuestión de una inteligencia especial, o la prerrogativa de algunos pocos privilegiados. Que no es cuestión de procurar elementos difíciles de obtener, es sólo el calor de nuestra vida espiritual.
Tampoco hace falta rogar a Dios que nos de ese calor; ya lo tenemos. Si tenemos vida en Cristo, ya tenemos el calor espiritual que los pecadores necesitan para nacer por medio de nuestro ministerio.

2) Que, tal como los pichones, los pecadores nacerán a la vida en Cristo por tener contacto con los que tienen esa vida. Este es el proceso pre ordenado por Dios.
Pero notemos la condición: CONTACTO CON LOS QUE TIENEN ESA VIDA. Ese es el factor indispensable. Muchos se lamentan que no tienen discípulos. Deben preguntarse “¿estoy realmente en contacto con los que están buscando a Cristo?” Notemos que se trata de contacto con la vida y no con un mensaje; un precepto, un argumento cristiano, una invitación para asistir. ES FUNDAMENTALMENTE CONTACTO CON LA VIDA.
3) Paciencia: El contacto y el calor que transmite el pajarito a los huevos debe Continuar, Sin que se enfríen, Hasta que nacen los pichones.
Notemos esta parte fundamental del proceso: EL OBRERO DEL SEÑOR DEBE SEMBRAR CON PACIENCIA. Debe continuar calentando esos mismos huevos hasta que se produce la vida.
Algunos de los huevos, por distintos motivos no servirán y serán eliminados. Sin embargo, salvo que se rompan, los pajaritos continuarán el proceso con ellos hasta el fin de la incubación. Dios les ha dado sabiduría a los pájaros para conocer el tiempo de ese período. Después, los huevos que no sirvieron son echados fuera del nido.
Pero ellos no pueden calentar cualquier huevo. No pueden cambiar unos hoy y otros mañana. Tienen que ser los mismos durante todo el tiempo de la incubación. Esto nos habla de ser pacientes y perseverantes.

e) ENGORDE
Los pichones ya han salido del huevo, abren ahora su enorme bocaza para ser alimentados. La demanda de esos pichones es colosal. Aún antes que abran los ojos, abren la boca. Ahora, ambos, la hembra y el macho, se dedican a buscar la comida. Menos mal que el Creador les dio sabiduría para no empollar demasiados huevos si no, a esta altura, ya estarían muriendo los pichones. Resulta un gran esfuerzo para los pájaros dar de comer. Pero hay comida, el Señor ha dicho que Dios es el que alimenta a los pajaritos… ahora,
1) Traen alimento adecuado,
2) En la proporción suficiente,
3) Durante el tiempo necesario hasta que ya están fuertes y son capaces de procurar su propio alimento
Notar que este proceso ha sido suficiente para producir pájaros sanos y que nacieron y se criaron con la total capacidad para hacer lo mismo que sus padres; ellos están preparados para cumplir el mismo ciclo.
Aplicación: En cuanto los pichones nacen, el período de la incubación ha terminado y ha llegado el tiempo de engorde, de la alimentación. Al notar el tamaño enorme de la boca de esos pichones y su desesperación por comer, entendemos por qué el Señor dio a la yunta tan minúscula cantidad de huevos. Esta es una ley de toda creación y solamente los animales e insectos que no tienen que atender a la cría, reproducen en mayor cantidad.
Dios no está en el negocio de los apurados que por ser tales se olvidan la mitad de las cosas en el camino. Los sistemas ultra rápidos, los movimientos “en masa”, no son de su hacer. Es cierto que Él quiere salvar a todos, que todos le conozcan, pero cuando le vemos a Él desarrollar sus planes nos damos cuenta que no ofrecen atajos ni maneras de acortar el camino. La única forma de “acortar camino” es de colocarnos estrictamente en línea con su voluntad.
Debemos aprender esta lección: que DIOS MULTIPLICA PADRES para multiplicar discípulos.
Cuanto más nos alejamos del esquema de la familia, como Dios la ha constituido, más nos alejamos del método de Dios para procreación y cuidado de los discípulos y careceremos del fruto tan apetecido.
El deber de los padres
Tres cosas los caracterizan en cuanto a la alimentación:
1) Proporcionar alimento en cantidad suficiente
2) De una calidad capaz de producir discípulos que lleguen a ser como su maestro. Como el pájaro es alimentado y recibe una vida de los padres capaz de ser un pájaro sano en todo el sentido de la palabra; capaz a su vez de cumplir el ciclo completo de una nueva nidada. Así también, el que ahora es discípulo, mañana estará haciendo discípulos.
3) Hasta que el discípulo pueda valerse por sus propios medios. La alimentación no entrará en su etapa definitiva hasta que el discípulo aprenda a procurársela por su cuenta; ellos deben probar la “vianda sólida”. Nuestra función no es de hacer discípulos para nosotros sino para el Señor. Ellos deben conocer al Señor y aprender a beber directamente de su fuente.

f) LOS ECHAN
Aunque parece que esto no es un proceso incluido en el curriculum de los padres, nos engañamos: son los padres los encargados de echarlos del nido. Normalmente los pichones no incluyen eso en su experiencia. Están ya mal acostumbrados ya que hasta aquí todo les fue dado por los padres. Ellos no han tenido ninguna molestia y ningún trabajo que afrontar. Quizá muchas veces, los pichones admiraron cómo sus padres podían volar, sin pensar que ellos tendrían la misma habilidad. Sea como fuere, LOS PADRES DE TODAS LA AVES ECHAN A SUS CRÍAS DE LOS NIDOS. Es entonces que les enseñan a volar. No tienen necesidad de enseñarles a enamorarse y casarse. Tampoco tienen que enseñarles a hacer nidos, a poner huevos y empollar. Esto también lo hacen naturalmente. Pero lo que sí tienen que enseñarles es a
4) SALIR DEL NIDO
5) A IRSE
6) A VOLAR
Debemos meditar sobre una cantidad de problemas que se crearían si los pichones ya crecidos permaneciesen en el nido. Digamos enfáticamente que se paralizaría por completo el proceso de la siguiente empollada:
1) Porque no habría lugar en el nido y los pájaros no acostumbren a hacer más grande el nido. Ellos no están en el negocio de criar inútiles ni de, engreídamente, creerse capaces de alimentar a cien pájaros. La capacidad que dios les ha dado es de criar pájaros que tengan ellos también esa capacidad y están enseñados a MOSTRARLES QUE TIENEN ESA CAPACIDAD por las dudas que los pichones no lo entiendan.
2) Porque pisarían los huevos y los destruirían
3) Porque molestarían a la hembra y evitarían que el proceso de incubación se realice.
4) Porque la demanda constante de comida no daría tiempo a la hembra de incubar
5) Porque si pudieran nacer los pichones, éstos se verían en peligro de morir: por pisotones, picotazos, celo. Por hambre, ya que estos grandotes siempre llegarían primero.
¿NOS DAMOS CUENTA DE LOS INNUMERABLES PROBLEMAS QUE SE PLANTEARÍAN? Dios es sabio y ha hecho que los pichones, una vez crecidos, aprendan a volar. Pero APRENDER A VOLAR INCLUYE UN CIERTO RIESGO. Muchos pichones han muerto en el intento…
Aplicación: Como en el caso de los pájaros, son los padres espirituales de los discípulos los encargados de “echarlos del nido”, que equivale a “enviarlos”.
Notamos aquí que los pájaros ejemplifican admirablemente el curso que siguió Cristo con sus discípulos:
1) Se entregó él a sus discípulos dándoles, no una doctrina sino a sí mismo. Se dio a sí mismo por ellos. Es lo que Él hace con todos los que quieren seguirle.
Esto lo vimos en la lección de la incubación. Tener contacto no era entregar un sermón, dar un consejo, o sugerir un lugar de cultos, sino darse uno mismo a ellos. Allí los discípulos aprenderían a entregarse igualmente al maestro.
2) Convivió ano ellos con el fin de enseñarles. Así les alimentó el Señor. No hace falta que los discípulos vivan con nosotros en la misma casa, pero sí debemos estar tan cerca de ellos y tan frecuentemente que nos lleguemos a conocer en forma profunda. Debemos ser verdaderos amigos de nuestros discípulos para ayudarles en todo lo que sea necesario. De allí la imposibilidad de tener muchos a la vez.
Debemos aplicar la Palabra del Señor: “Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te podré…” (Mt. 25:21) Eso es lo que hace falta: SER FIELES, y es imposible ser fieles si abarcamos demasiado para nuestras posibilidades. Hasta nos recuerda el dicho vulgar: “el que mucho abarca, poco aprieta”

3) Por último, el Señor los envió. Así como el pájaro echa a la cría del nido cuando ya están crecidos, así también Cristo dejó a sus discípulos para que ellos pudieran bastarse solos.
Muchos de nosotros no tendríamos coraje para hacerlo. En tal caso debemos preguntarnos: ¿qué preparación les hemos dado? O ¿qué tuvimos en cuenta cuando les alimentábamos? ¿pensábamos que algún día tendrían que volar? ¿les dimos solo lecciones espirituales, bíblicas o les impartimos la vida que dios había puesto en nosotros?
Pienso que el momento que debemos enviar a los discípulos es el más significativo y el que demuestra la clase de maestro que han tenido.

Los problemas que enfrentaríamos si quedasen en el nido:

Así como en el caso de la nidada de pájaros, si nuestros discípulos se quedan en “el nido” llegarán a ser, en lugar de una bendición, un lastre continuo. ¿No será este el mal que sufren tantas iglesias?
¡Claro que si se pretende echar fuera del nido pájaros que aún no están capacitados para volar, se los va a comer el gato! Si de las iglesias se pretende “enviar” a creyentes que jamás han sido formados para tal cosa, el remedio será peor que la enfermedad. No hay duda que dos cosas fundamentales están mal en la Iglesia del siglo XX:
1) En general no se conoce, y menos se practica, la formación de verdaderos discípulos. La interminable hilera de reuniones, mensajes y acontecimientos espirituales no son de la índole de formar discípulos
2) Tal producto es inútil para ser enviado y, al tiempo, se transformas en creyentes desnutridos, raquíticos, desorientados.
Y que el alimento que han recibido no les ha bastado para entrar en la dinámica de una vida espiritual plena, se sienten insatisfechos y esto con justificada razón. En lugar de ser una ayuda, son una carga, una molestia, un mal ejemplo para los nuevos que recién nacen. Estorban la marcha de la Iglesia y muchas veces se vuelven rezongones, criticones. Frecuentemente las cosas pasan a mayores y producen luchas internas y aún sismas.

Esta solemne consideración nos lleva a meditar cuán importante es que formemos discípulos que puedan ser enviados. El gran deseo de Pablo era el de “presentar a todo hombre perfecto e Cristo Jesús”. Su más grande anhelo era el desempeñarse como un padre que cría hijos sanos y útiles. Pablo estaba bien plantado en el negocio de criar hombres en Cristo. Cuando leemos sus cartas, vemos que echaba mano a todos los legítimos recursos con el fin de despertar a sus discípulos con amonestación para que fuesen sanos en la fe y en el conocimiento de Cristo Jesús.
Pero, aprender a volar entraña ciertas molestias y aún peligros. En este proceso de la vida espiritual tampoco los podremos eludir. Sin embargo, debemos ser valientes y, como hacen las aves (especialmente aludo al ejemplo del águila) debemos ser diestros en enseñar a los discípulos a “salir del nido”; a ir más adelante, a bastarse solos. SOLAMENTE ENTONCES PODREMOS CONSIDERAR QUE HEMOS COMPLETADO BIEN LA PRIMER GRAN ETAPA EN LA FORMACIÓN DE LOS DISCÍPULOS. La que sigue, será el funcionamiento en cada uno de los discípulos en el cuerpo que es la Iglesia, “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efesios 1:23)
Iván M. Baker


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