Daniel nos enseña sobre el impacto que el propósito eterno de Dios produce en nuestra vida. La consagración total es un factor indispensable, no una opción. Quien corre la carrera, debe tener absoluta claridad de su meta, y abstenerse de todo para alcanzar el premio. El que corre hacia una meta, no tiene caminos alternativos, sino uno solo, el marcado por Cristo. Daniel nos confronta con un mensaje desafiante que sacudirá a quien esté tropezando por no tener claro su llamado y vocación.
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