Calor De Hogar, Jorge Himitián
La palabra
hogar describe con más exactitud lo que debe haber en una familia. Hogar
es el lugar donde vive una familia, pero también es el lugar de la casa
donde hay un fuego que calienta el ambiente cuando hace frío. En ese
lugar se reúne la familia.
Hoy hay muchos
hogares fríos, “hogares sin hogar”. No hay calor en el hogar, no se
sienten los miembros de la familia a gusto de poder estar ahí. Hay una
frialdad en toda la casa. Si esto es verdad físicamente, mucho más en la
parte emotiva. El individualismo ha tomado a la familia. Cada miembro
está enfrascado en lo suyo y esto arruina a la familia. Gente que vive
bajo un mismo techo pero cada uno está en lo suyo, a nadie le importa lo
del otro, el trato es superficial. Cada uno busca lo suyo, y no se
siente pleno dentro de la casa. Así, los hijos se crían en esa frialdad,
y esto se multiplica.
Muchos hogares parecen más pensiones que familias.
Uno va, otro
viene, uno come a una hora, otro a otra hora y así el ritmo de
actividades de la sociedad atenta contra la familia; no hay verdadera
comunión, dialogo e interés. Cada uno hace lo suyo, y el individualismo
infecta la familia.
La familia
natural tiene que estar bien constituida y tiene que servir de modelo a
lo que debe ser la Iglesia. La familia natural en el propósito de Dios
es donde está ese calor, está ese amor e interés de los unos por los
otros. En la familia el esposo ama y cobija a su esposa e hijos. La
esposa vela por su esposo e hijos, y los hijos respetan y aman a los
padres y entre sí.
¡Qué triste
cuando el egoísmo está presente en la familia, pero qué hermoso es
cuando hay amor en la familia! Hay diálogo, ayuda, se llora con el que
llora, se ríe con el que es feliz. El éxito de uno es la alegría de
todos, el fracaso de uno es el dolor de todos. Esa es una familia como
Dios quiere. Hay verdadera comunión, verdadera comunicación.